Camino de Noblejas a Ocaña y vuelta, o correr por los orígenes



Esta toledana ruta running es una vuelta a los orígenes, partimos desde Noblejas (pueblo de mi familia materna “los meloneros”) hacia la villa de Ocaña (lugar donde yo nací hace 48 años, hijo de “botero” y sobrino de “cubero”), hacemos un pequeño recorrido por el conjunto histórico así como por mis recuerdos infantiles y vuelta a Noblejas. Total 14 km.



7 de julio de 2013

Posicionamiento:

/Sur de Europa
  /Centro de España
    /Comunidad Autónoma de Castilla La Mancha
      /Nordeste de la provincia de Toledo
        /Comarca de la Mesa de Ocaña
          /Localidades de Noblejas y Ocaña.

Cada ruta running tiene algo de especial: el paisaje que vas descubriendo, la dificultad del terreno, lo diferente del lugar… Este recorrido está en otra dimensión, está lleno de recuerdos de mi infancia que me van viniendo a la cabeza según vamos (voy acompañado de mi mujer) pasando por cada rincón del recorrido.

La ruta en wikiloc --> aqui



Recorrido y perfil


Prácticamente todo el recorrido es plano y accesible a las condiciones de cualquier pierna, como en todos los casos, también disponible para bici. Únicamente hay desnivel en la mitad de la ruta, ya en Ocaña, en la bajada a la Fuente Vieja, Fuente Grande y subida otra vez al pueblo. El resto: plano y seco.

La ida

El tour lo iniciamos desde Noblejas en la antigua bodega de los, en otros tiempos populares, vinos Avilés (“qué rico es”, decía la publicidad). Hoy inexistente y donde únicamente queda un edificio derruido. Por esos ventanales donde ahora no se ve nada, me quedaba yo mirando de niño como iban avanzando las botellas por la cadena de producción: lavado, llenado, etiquetado,…

Antigua bodega de vinos Avilés


No vamos a ir por la carretera sino por el antiguo camino de Ocaña, mas blando y menos peligroso. Para lo cual desde ese punto cogemos el camino por el que, también de chaval, iba con mi abuelo a su huerta, primero en el carro tirado por una mula, mas tarde en bici.

La primera parte del camino ahora está urbanizada, antiguo camino de Aranjuez y ahora Avenida de Aranjuez, ya es parte del pueblo, y enseguida encontramos a la izquierda el camino que nos llevará directo hasta Ocaña. Donde antaño había eras para trillar, ahora polígono industrial.

El camino va recto durante unos 4 kilómetros desde el, ahora, uno de los polígonos industriales de Noblejas hasta la estación de tren de Ocaña.

Camino castellano manchego en julio






El paisaje es de secano, Castilla en estado puro. A un lado del camino: campo de labor, al fondo la carretera y la vía del tren...

barbecho


... al otro lado, cereal y alguna arboleda moderna.

Cereal

Mis recuerdos de chaval, de cuando alguna vez he ido por esta camino en bici con mi primo a Ocaña, es de más viñas y olivares, pero supongo que consecuencia de las políticas europeas de pagar por destruir campo, al menos por aquí, apenas si se ven cepas u olivos.

Son las ocho de la mañana, mes de julio, ya pega el sol con fuerza. Cuesta imaginar en este mundo actual de mecanización, productividad y rentabilidad, cómo hace tan solo un par de décadas agricultores como mi abuelo, llevando como única herramienta una hoz eran capaces de segar a mano todas estas extensiones de cultivo. Encima a pleno sol, y sin parar de sol a sol.

La villa

Enseguida y sin ninguna dificultad, pues es todo plano, se llega a la estación de tren de Ocaña. Aún quedan remanentes de otro tipo de trenes ¿De vapor?.

¿Carga de agua para las máquinas de vapor?


Trenes de vapor yo no he conocido pero sí he vivido, aunque a alguno le parezca antediluviano, el llegar de pequeñito con mi madre a la estación en tren e ir desde la estación hasta el centro del pueblo (habrá un par de kilómetros) en ¡¡Coche de caballos!!. Sería a principios de los 70, en carruaje como en las películas de época.

Estación, antes de Renfe, ahora de Adif


Volviendo a la actualidad, la estación está vallada por lo que no se puede cruzar las vías. Hay que seguir corriendo por el camino hasta pasar la estación y un poco después hay un túnel que pasa por debajo de las vías. Pasado el túnel seguir la calle hasta salir al paseo de la estación, el cual hay que coger a la derecha para llegar al centro del pueblo.

Según avanzamos por el paseo pasamos por lo que fue mi cole (de la EGB) antes de emigrar a Madrid. El edificio está, aunque parece que ya no en uso, al menos como colegio. Lo que ya no está es lo mejor del cole… el inmenso patio que había que es donde ahora han construido un centro sanitario. En ese patio estrené yo mis primeros pantalones cortos deportivos ¿Adidas?, ¿Nike?, ¿Reebok?...  ¡No!, hechos a mano por mi madre…

Mi cole hasta mitad de 5º de EGB


El paseo desemboca en la carretera que viene de Noblejas, la que no hemos cogido, llegando a enseguida al Convento de los Padres Dominicos. La primera piedra de este convento la puso el príncipe Felipe, no el actual (el de la Leti) sino Felipe II, parece ser que tanto este como el otro Felipe (El Hermoso) residieron algún tiempo en Ocaña. Cogemos la primera calle a la derecha y luego a la izquierda para seguir rectos por el otro lado del convento, en la calle paralela a la carretera, más pequeña y sin tráfico.  En este enorme convento de dominicos, con iglesia, claustro, coro, jardines,… hice yo la catequesis y la primera comunión. En aquellos años (principios de los 70) no era una cuestión de fe, sino una “recomendación” de la autoridad.

Puerta de entrada a los dominicos

Siguiendo por la misma calle, un poco mas adelante dejamos a la derecha el Palacio de Cárdenas, amigo este de Isabel la Católica y quién le arregló la boda a esta con Fernando. Continuamos por la calle Mayor hasta la Plaza Mayor, mi plaza, con sus 2.860 metros cuadrados, sus 70 pilares, sus soportales, sus balcones, sus buhardillas y su historia. Nada que envidiar a las monumentales plazas mayores de Madrid o Salamanca. Me ha gustado volver a verla sin la farola que habían colocado en medio de la plaza hace unos años. Ahora está como yo la recuerdo de mi niñez. Aunque mis mejores recuerdos son de la feria, cuando la plaza se llenaba de puestos, los coches de choque, la ola, el tren de la bruja, la tómbola,….

 
La plaza sin farola pero con otro elemento disonante
Otra esquina de la plaza

Tras unas fotos y admirar un rato la plaza, a esta hora (8:30 a.m.) prácticamente vacía, giramos 90º y salimos de la plaza hacia lo que toda la vida se ha conocido como “el paseo de Ocaña”. Subimos la calle en dirección a los conventos: Convento de Santa Clara, Convento de las Carmelitas Descalzas, y si siguiéramos rectos llegaríamos a otro tipo de “clausura”: la famosa cárcel de Ocaña, pero no, cogemos una calle a la derecha (Sta. Clara), en donde vivía mi amigo Cipri con el que juagaba yo a los Madelman en su portada, amigo del cole de los pocos que me acuerdo, como de Juan el de la gasolinera (el único que he visto hace poco), Eduardo el del hostal Ávila, o Juan Luis el del restaurante Martín, a los que hace décadas que no veo y no se si reconocería.

Salimos a la Calle Toledo y bajamos hasta el cruce con la antigua carretera de Andalucía (N-IV), este era mi barrio. Según bajamos, a la izquierda, queda la calle de la Paz, mas bien callejón, en cuyo final estaba el taller de mi padre, la botería, donde he pasado muchas tardes de mi infancia “ayudando” a mi padre a hacer botas y pellejos para el vino. Creo que hoy en día, cuarenta años después sabría hacer una bota.  Poco más arriba estaba la cubería de mi tío Pepe “el cubero” donde también pase bastantes tardes con mis primos.

Al final del callejón estaba la botería

Y al final de la calle Toledo: el cruce con la antigua carretera. A un lado la construcción de un futuro edificio, aquí es donde estaba la casa donde yo nací, porque yo nací en casa y encima con velas, había tormenta y se fue la luz, según me han dicho…

Justo en la señal de prohibido estaba la puerta de mi casa


Al otro lado la panadería de “La Alfonsa”, cerrada no se si por ser domingo o definitivamente. Lo que sí sigue aunque no operativa es la fuente de la esquina… ya venía yo pensando en echar un trago.

Panadería "La Alfonsa"


Lo que era la Nacional IV ahora es un carril bici, el carril bici “Andrés Oliva”, en honor del ciclista ocañense de los 70 que llegó a ganar varios años el premio de la montaña de la vuelta a España. Me alegro que el pueblo reconozca a los deportistas.

Esto era la N-IV


Tras otras fotitos y recuerdos, cogemos carretera abajo hasta la Fuente Vieja, al lado de la Ermita de Jesús de Cuevas y su vía crucis. De esta manera salimos de la meseta donde se encuentra la villa y bajamos a un valle, donde se encuentran tanto esta fuente “La Vieja”, parece que de origen romano o anterior, como a la que iremos después “La Grande”. En otros tiempos, aquí era donde venían los habitantes del pueblo a abastecerse de agua, hacer la colada, socializar,… El agua de los manantiales era conducida hasta estas fuentes mediante mineria (de hay que en ambas hay una especie de puerta).

Fuente Vieja


Siguiendo el curso del valle hacia arriba llegamos hasta la otra fuente, “La Fuente Grande” o también llamada “Fuente Nueva”, evidentemente más moderna que la anterior. Esta data del siglo XVI y se atribuye a Juan de Herrera, arquitecto de Felipe II (Palacio de Aranjuez, del Escorial,..), declarada monumento nacional (al igual que la Plaza Mayor y el Palacio de los Cárdenas).

Esta obra arquitectónica y monumento está compuesto de dos partes: una la Fuente, propiamente dicha, con su gran patio, rampas y escaleras de acceso, galería cubierta por donde corría el agua que llegaba del valle, abrevaderos, caños, … de aquí se abastecían hasta 3.000 vecinos; y la otra parte es el lavadero, separado por una muralla, con su escaleras de sillería, dos grandes pilones, ... Donde en tiempos dicen daba servicio de lavandería a unas 300  mujeres (los hombre de entonces preferían no lavar).

Fuente Grande


Evidentemente en mi infancia la Fuente no estaba tan restaurada ni protegida como ahora y era como un parque temático para los chavales: jugar por todos esos recovecos, coger renacuajos en los pilones,…

Me llena de orgullo y satisfacción que los mejores monumentos de mi pueblo sean construcciones públicas que se hicieran al servicio del pueblo (la plaza, las fuentes) y no arquitectura religiosa o señorial, que también la hay.

La vuelta


Continuamos el camino, ya de vuelta, subiendo una “cuestecita” hasta el pueblo. Nos topamos con la Torre de la Iglesia de San Martín, para mi sorpresa, reconstruida junto con la portada, lo único que queda de la Iglesia.
Esta torre de 5 alturas, en mis épocas mozas estaba medio derruida, con mi primo subíamos de noche escalando hasta el primer piso y una vez dentro hasta el piso superior por los trozos de escalera medio hundida que quedaban pegados a la pared, y una vez allí, pues nos quedábamos un rato mirando, cosas de críos… escaladores... sin nintendo ni whatsapp.

Torre de San Martín y arco de iglesia


Cruzamos el pueblo hasta los dominicos y desde  aquí a descorrer lo corrido: de nuevo el paseo de la estación, estación y camino de vuelta por el campo hasta “Vinos Avilés”, ahora ya con algo más de calor. Llego contento de haber vuelto a los orígenes corriendo y comprobar que aunque el pueblo ha crecido y evolucionado, ha sido para bien y mucho de lo visto sigue relativamente “igual” que como yo lo viví hace ¡¡mas de cuarenta años!!.

vuelta a Noblejas



Otro día hablaremos de Noblejas.

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