Córdoba, running califal



Ruta circular para correr por Cordoba unos 8 kilómetros, partimos de la Mezquita cruazando el casco viejo, enlazamos un par de parques lineales hasta el Guadalquivir y regresamos al punto de origen.


15 de agosto de 2013 

Íbamos de camino a Zahara de los Atunes y paramos un día en esta increíble ciudad mezcla de culturas. Teníamos un día de turismo en familia antes de seguir el camino al día siguiente.

Sé que el mes de agosto no es el mejor mes para correr por Córdoba (hasta dentro de la Mezquita hace calor) ¡Ozú que caló!. Pero es lo que hay y no quería perder la oportunidad de correr por esta ciudad tan andaluza y monumental. Así que toca madrugar, pero mucho, y salir a disfrutar antes de que la familia se despierte y tengamos que coger el coche para seguir...



¡A correr!. El día anterior habíamos estado visitando la ciudad, así que tenía más o menos una idea, con la ayuda de los planos turísticos, de por donde quería ir.
La ruta es circular, de unos 8 kilómetros, prácticamente plana. La iniciamos en la Mezquita, recorriendo algunas de las calles del casco viejo. Después enlazamos con un par de parques lineales que nos llevan hasta prácticamente el rio. Remontamos el Guadalquivir, lo cruzamos y volvemos a cruzar y regresamos al punto de origen.

Mapa del recorrido

Primera parte: Por el casco antiguo, de la Mezquita a la Plaza Colón.


Este primer tramo es de unos dos kilómetros. Partimos de la Mezquita, más o menos a la altura de la torre campanario, en la esquina entre la calle Cardenal Herrero. 

Punto de partida, desde la esquina del campanario

Bordeamos la Mezquita, primero por la fachada norte (la principal) y después la este (u oriental). Esta última fachada es la que más me gusta con todas sus portadas. Todas con diferentes tipos de arcos, decoraciones vegetales, geométricas, inscripciones coránicas, celosías. Merece la pena detenerse a observar con detalle, aunque ahora no es el momento.

Fachada Este de la Mezquita

Disfrutando por un lado de las fachadas de la Mezquita (el interior ya lo admiré ayer y por muchas veces que venga no me deja de impresionar) y del entramado de callejuelas tan adornadas de flores que van saliendo por el otro, llegamos al final de la Mezquita y cogemos la calle Cardenal González, a la izquierda.

Callejuela cordobesa

Todas estas calles son típicas cordobesas, de postal. Estrechas, sin asfaltar, con suelo de adoquines, fachadas blancas, flores, … A la hora que paso por aquí  (poco más de las 6 de la mañana) ya han puesto las calles, pero solo las calles, todavía no han puesto los turistas. Las calles están totalmente desiertas de personas humanas y vehículos.

Otra calle

Enseguida llegamos al cruce con la calle de San Fernando, en cuya esquina está el restaurante Garum 2.1, lugar donde cenamos la noche anterior y me gustó por sus tapas “innovadoras”. Al menos las tapas que pedimos eran tapas muy cordobesas pero con un toque de originalidad.

Subimos por la Calle San Fernando (o de la feria como la llaman los cordobeses) hasta encontrar a la derecha, a unos 100 metros, el Arco del Portillo, lo cruzamos y nos encontramos con la Parroquia de San Francisco. Es una zona muy bella y tranquila, con su iglesia, claustro (exterior), fuente, imágenes,...

Claustro y fuente al fondo

Esquina "Imaginada"

Cogemos la calle que sale desde el claustro hacia arriba, sin un rumbo fijo pero en un dirección concreta. 

Pareja a la luz del candil

Por el entramado de calles típicas cordobesas y haciendo un zigzag por un par de calles llegamos a la Plaza de la Corredera, única plaza mayor cuadrangular de Andalucía.




Cruzamos esta plaza de pórticos y balcones y salimos por el Arco Alto a la calle Rodríguez Marín para llegar enseguida a los restos del Templo Romano, del siglo I, de la época del emperador Claudio, o sea de ayer. Todo de mármol: columnas, cimientos,... Y es que esta ciudad es una mezcolanza de culturas: romana, árabe, judía, cristiana…


Lo que queda del templo después de 20 siglos

Subimos por la calle Capitulares y después por Alfaros para llegar a la Plaza de Colón. Aquí dejamos, de momento, la parte monumental.

Dada la anchura, mejor corriendo que en coche

Segunda parte: Por los parques de Córdoba hasta el Guadalquivir.


La mayor parte de este segundo tramo es menos histórico pero mucho más verde y, supongo que a horas más “normales”, será más adecuado para correr, ya que el anterior tramo seguro que se va llenando de turistas y se volverá complicado hasta para andar. También más fresco. Son unos 2 kilómetros de parques hasta llegar otra vez a la parte histórica por donde recorreremos otro kilómetro más.

Bordeamos la Plaza de Colón o jardines de Colón (plátanos, naranjos, pinos,..), pasamos el edificio de la Diputación  de Córdoba, que era el antiguo Convento de la Merced y llegamos a la Avenida de América  por donde enseguida llegaremos a la Avda. de Cervantes donde están los Jardines de la Agricultura o de los patos que dicen los de aquí (mas plátanos, olmos, acacias, álamos, moreras, naranjos,..).

Cruzando el parque longitudinalmente llegamos a otro parque, el Jardín de la Victoria (aligustre, algarrobo, árbol del amor, palmeras,..)
Dejamos el parque a la izquierda y nos incorporamos de nuevo a la urbe en la Puerta Almodóvar, cogiendo la calle Cairuán. Toda esta calle es peatonal y vamos corriendo en paralelo a la antigua Muralla de la Medina...

Nunca he visto un parking tan bien guardao, donde los coches tienen hasta balcones

...hasta incorporarnos a la calle Doctor Fleming donde nos encontrarnos de frente con  el Alcázar de los Reyes Cristianos.
Dentro del Alcázar también hay un gran jardín, pero es de pago. Este Alcázar era la residencia de los Reyes Católicos durante sus estancias en Córdoba y fue el lugar donde Cristóbal Cobol vino a pedirles cuartos para financiar su viaje a las Indias.

Entrada al Alcázar. Cómo está la monarquía, el rey se ha quedado de piedra...

Giramos a la derecha y bajamos siguiendo la fachada de las Caballerizas Reales, que fueron mandadas construir por Felipe II para crear una nueva raza de caballos, la raza española o andaluza al servicio de la monarquía.

Caballerizas reales pero por dentro

Seguimos bajando y callejeando un poco (poco) por el Barrio de San Basilio llegando a otra parte de la muralla, a la Puerta de Sevilla, donde está la estatua del poeta Ibn Hazm.

Puerta de Sevilla y el poeta

Desde aquí, seguimos bordeando la muralla por una pista de tierra que hay pegada a la muralla (no ir por la carretera en un nivel más alto) y tras pasar por un pequeño túnel debajo de la carretera llegamos al Guadalquivir.


Mas muralla

Tercera parte: Guadalquivir y vuelta a la Mezquita


Esta última parte de unos 3 kilómetros se concentra en los alrededores del río Guadalquivir.
Después del túnel, continuamos por un paseo de tierra que sigue el curso del río paralelo también a la Avda. del Alcazar. 
Por este paseo fluvial se respira el frescor y la humedad del Betis, como llamaban los romanos a este río o Wad Al Quibir, (río grande) que decían los árabes.

Esta zona del Guadalquivir cercana al casco histórico de la ciudad es la parte donde el río es menos río. La sedimentación fluvial ha formado islotes que se han poblado de abundante vegetación y aves. De hecho se ha declarado Monumento Natural: Los Sotos de la Albolafia.

Sotos, molino y puente, todo en una 

Avanzamos por este paseo pegado al rio (o al soto) hasta ver la enorme noria del Molino de la Albolafia, construido por los romanos como molino harinero, convertido en noria por los musulmanes para lleva agua hasta el palacio de los  emires, mandado desmontar por Isabel  la Católica a la que molestaba el chirrido de la rueda y mandado volver a restaurar después por la monjas posteriores propietarias.

desde mas cerca

Antes de llegar al molino, a la izquierda (claro, a la derecha está el río)  encontraremos unas anchas escaleras para subir hasta la Avda. del Alcázar y a poco mas de 100 metros llegamos al Puente Romano por el que vamos a cruzar el otro lado del Guadalquivir.

A esta hora (deben ser poco mas de las 6:30 de la mañana), la estampa es preciosa (siento no llevar cámara, las fotos aquí expuestas son del día anterior). Las luces que hay a lo largo del puente a ambos lados forman un camino de luz que me recuerda  al que se ve en las pistas de aterrizaje de los aeropuertos, aunque mi aceleración no es la de los aviones.

Puente Romano que ya ha cumplido 20 siglos y sigue funcionando

Cruzamos los 300 metros del Puente Romano o viejo (ya que ha sido el único puente que ha tenido Córdoba durante 20 siglos) y llegamos al Barrio de la Verdad.

Al otro lado del puente encontramos la Torre de Calahorra, pero continuamos por la izquierda, siguiendo por el paseo que va remontando el río por esta orilla hasta llegar a un punto en que está cortado “por obras”. Tenemos que coger una calle a la izquierda hasta llegar a la calle principal que desemboca en el Puente de Miraflores (este ya contemporáneo, del siglo XXI), para cruzarlo y volver otra vez al lado de la ciudad.

Según voy cruzando el puente, me llama la atención las luces de colores que salen por la cristalera de un edificio que está enfrente, al otro lado del puente. Supongo que una discoteca a punto de cerrar.

Cogemos la Ronda de Isasa a la izquierda y volvemos por este paseo, ahora a favor de la corriente. Calle muy adaptada para correr, pasear, montar en bici,... hasta la Puerta del Puente (del Romano) y desde aquí… ya poco queda… Admirar la balconada de la fachada sur de la Mezquita y un último vistazo para grabar en la retina la imagen del puente y el Guadalquivir.

Puerta del Puente y balconada de la fachada sur de la Mezquita

Curioso ver que también por aquí pasa el camino de Santiago

Otro día, con mas tiempo, intento llegar a Santiago...

Remontamos la calle entre el Palacio de Congresos (antiguo Hospital de San Sebastián) y la fachada Este de la Mezquita y ya estamos en el punto de partida.

Palacio de Congresos

Adiós Córdoba, aunque ha sido un paseo con poca luz, el madrugón ha merecido la pena.

bye, bye Córdoba

1 comentario:

  1. Doy fé de la belleza de Córdoba y de la caló que hasía. Para los que estamos acostumbrados a que en Madrid se puede correr tempranito con la fresca, esto resulta sorprendente.

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