Ferrol Running (Ruta 1) - “Ríabajo” – “Ríarriba”


Un par de rutas para correr en Ferrol siguiendo la ría, primero ría abajo: desde el Cantón, siguiendo el muro del Arsenal, puerto deportivo, A Malata, A Cabana y vuelta y el segundo ría abajo: Cantón, astilleros, Carranza, puente As Pias, San Valentín, Neda, cruzar la ría a Couto y vuelta por el otro margen.


24 y 25 de diciembre de 2012

Dicen los físicos que cualquier evento se puede describir por coordenadas espaciales y temporales:

ESPACIO, ¿Donde?: El recorrido trascurre bordeando la ría de Ferrol (antaño del caudillo, hoy afortunadamente de los ferrolanos y quienesquiera ir) a su paso por la villa que la da nombre.

Como por aquel entonces aún no se me había ocurrido escribir un blog “runnero”, para ilustrar el espacio recorrido, salvo dos o tres fotos mías, las demás han sido facilitadas por el Dios Google.

TIEMPO, ¿Cuándo?: Ocurrió estas pasadas Navidades, aunque si hablamos del otro “tiempo”, el meteorológico, malo; cubierto y a ratos lloviendo, pero esto es Galicia... “¿no sabes?” (que diría un gallego).

Una vez ubicados trataré de describir el recuerdo que me queda de este recorrido, sin entrar en otros aspectos de la física como la velocidad que es el espacio recorrido en un tiempo, sino el de disfrutar del mayor espacio posible en el tiempo disponible, y esto si lo conseguimos mi mujer y yo. Desde el punto de partida, un día ría abajo y otro ría arriba...


Tramo 1: Nochebuena – Ría abajo


Esta noche es nochebuena, vamos a ganarnos la cena.
Este es un tramo que ya lo habíamos recorrido en otras ocasiones. Es urbano la primera parte y campero la segunda. 10 km y medio en total: partimos de la Iglesia de las Angustias y vamos siguiendo el muro del Arsenal hasta el puerto, bordeamos la ensenada de La Malata y llegamos hasta la entrada del túnel a la base militar (prohibido el paso) de A Cabana y vuelta por el mismo sitio.

La ruta en wikiloc --> aqui

Tramo 1: 10 km. y medio




Partimos pues de la Iglesia de la Angustias, del siglo XVIII y estilo neoclásico ferrolano, o sea, piedra y cal, por fuera... que por dentro no la he pisao. La primera parte del recorrido es favorable, cuesta abajo. Casi todo el recorrido de ida es cuesta abajo ya que vamos a favor de corriente, hacia el mar. El desnivel es muy ligero, prácticamente no se nota, volviendo se nota un pelín más.

Punto de partida
Bajamos por el Cantón de Molins, agradable parque con variedad de arboles centenarios como magnolias, castaños de indias, álamos, cedros de Himalaya, moreras, en fin, todo las especies que iban trayendo de ultramar desde el siglo XVIII. Este fue el siglo de esplendor de Ferrol, mas que construir y construir..

Cantón de Molins


El paseo por este parque es entretenido: fuentes, esculturas, setos con formas,... Aunque hay que tener cuidado, si estás mucho tiempo quieto los arboles centenarios te pueden engullir, ¡¡¡Corre, corre!!!

Foto verídica, la he hecho yo con mi propio móvil




El recorrido discurre en línea recta hasta llegar al puerto deportivo. Aunque vamos en paralelo a la ría por la calle Irmandiños durante más de 1 kilómetro  la mala noticia es que no se ve nada de ría. Hay un gran muro que oculta, además de las instalaciones militares de la Armada, la belleza de la ría y el entorno. Siempre he pensado cuanto ganaría Ferrol si derribaran el muro. Me imagino a los ferrolanos al igual que los berlineses con picos y mazas tirando el muro abajo.

El largo muro oculta lo que llaman el Arsenal, un conjunto de edificaciones militares-navales-portuarias-defensivas que se construyeron en el siglo XVIII (la ilustración) cuando los Borbones pusieron sus ojitos en la villa Ferrol y la hicieron capital del departamento marítimo del Noroeste de España, y eso fue un desenfrene de la construcción: astilleros reales, diques, acuartelamientos,…

Lo que esconce el muro


Así pues, hasta el puerto deportivo, las vista a la izquierda queda censurada por orden militar, es decir, muro, mas muro y las puertas de entrada al Arsenal, hay varias curiosas,  y lo que se pueda ver a través de ellas.
Por buscar algo positivo a esta desgracia: al menos no hay cruces, así que puedes correr tranquilo sin parar.

Por el flanco derecho está la villa, terminado el Cantón de Molins, llegamos a la “monumentada” plaza de Galicia,   donde está el monumento a los caídos en África, el restaurado teatro Jofre ¿adivinas de que siglo?, pues no, este es del XIX, el del XVIII se quemó en un incendio.

El teatro, mas bonito por dentro.

A la izquierda, en el muro, algo, la Puerta del Dique.

Puerta del Dique, di que sí, con garita de piedra típica


Seguimos muro adelante y vamos dejando a la derecha la Pescadería del mercado central de Ferrol. Ahora no es momento de parar, pero en este mercado se encuentran puestos con unos bichos: bogavante (lubrigante en gallego), percebe, nécoras del país como dicen aquí... que dan ganas de comprarse una nevera portátil para volver a Madrid cargado.

Lo mas interesante está dentro...



Pasado el mercado seguimos acompañados del muro, pero ahora estamos entre dos muros, el blanco de siempre a la izquierda (la cortina lo llaman) y una fortificación del siglo XVII a la derecha. Arriba de esta fortificación se encuentra el parador de turismo de Ferrol.

Cuando acaba la fortificación comienza el barrio viejo, pero que muy muy viejo y derruido. Curiosamente se llama Ferrol Vello, pero con “V” de viejo (vello es viejo en gallego). Una pena que este barrio tan céntrico y característico de Ferrol no se rehabilite. Alguno estará esperando su momento de ponerse las botas supongo.

Ferrol Vello ¿bello?


Llegando al final de la calle, y del muro, por fin se ve el mar. Te topas con el puerto deportivo. No es Puerto Banús, aquí no hay yates lujosos, pero es coqueto. Barquitos de recreo no muy grandes y ambiente auténticamente marino. A la derecha más Ferrol Vello, ya no tan viejo y una serie de barecitos con vistas al puerto que ponen un pulpo a feira para cag..rse. Aunque también desde el puerto se puede coger la lancha que cruza a Mugardos, al otro lado de la ría, preciosa aldea pulpeira.

Se acabó el muro



Tras este giro de 90 grados, seguimos adelante por la acera, paralelos al puerto, disfrutando del ambiente marino a la izquierda.

Los barcos, y debajo de los edificios, los bares






A la derecha, otra parte de la fortificación y un edificio moderno de cristal: la Casa del Mar.

Baluarte de San Juan




Enseguida llegamos al otro puerto, el industrial. Aquí ya no hay barquitos de recreo sino grandes buques cargando y descargando de todo: chatarra, madera, carbón,… por esta parte la acera es muy estrecha, si viene otro de frente, hay que ladearse.

Al terminar la acera del puerto nos encontramos con una pasarela peatonal muy “modelna” (y muy resbaladiza en invierno) que nos introduce directamente en el paseo que rodea la ensenada de la Malata.

Pasarela enroscada
La ensenada de la Malata la vamos a rodear entera. Desde esta punta, en el puerto, hasta la de enfrente en A Cabana. Hay un paseo peatonal de unos 2 km. que abraza toda la ensenada, cuenta carril adicional para bicis/patines/corredores o lo que se tercie.
Aunque tan temprano no, normalmente hay muchas personas caminando, corriendo, montando en bici, patinando,… o simplemente tomando el sol, cuando se deja ver.
 Al otro lado de la ensenada, en el punto medio de la semicircunferencia,  está el polideportivo y el campo de fútbol del Racing de Ferrol.

Ensenada A Malata


La ensenada, guardando las distancias, me recuerda a la Concha de San Sebastián en la forma, recorrer todo el paseo que la rodea es un placer que permite ver la propia ensenada, la salida de la ría y los montes y pueblecitos de alrededor desde todos los puntos de vista a lo largo del recorrido.
Dependiendo de las mareas puedes encontrarla llena, incluso hemos llegado a ver delfines aquí, alguno de los lectores de este blog puede dar fe; o semivacía, en este último caso es cuando históricamente se poblaba de mariscadoras rastrillando el lodo en busca de la almeja (por Dios que buenas están, como pueden salir de ahí). Ahora dada la contaminación que provocan algunos vertidos, es otra historia, a veces el olor es un poco “fuerte”. Incomprensiblemente se viertan aquí aguas sin depurar.

A la busca de la Almeja



Terminado el paseo marítimo al otro lado de la ensenada se puede seguir por un camino de tierra, entre arboles, en subida (la única en todo el recorrido), de unos pocos metros que luego desciende hasta una explanada donde has bonitas vistas a la ría. Aquí, arriba, está el Centro de Innovación y abajo una playita escondida.

Camino se hace al correr


Desde aquí corremos el último tramo de ida por un paseo que va bordeando la ría a lo largo del pueblo de A Cabana. Esta zona es de tradición remera, aquí se pueden ver clubs de remo y también un pequeño embarcadero y así llegamos hasta el fin: el monte. Una vez aquí hay cuatro posibles alternativas, a saber:
  • a)      Seguir por carretera monte arriba, pendiente importante en subida que luego baja hasta el pueblo de La Graña.
  • b)      Pedir a los militares que están en la entrada de un túnel que atraviesa el monte para salir al otro lado a la base militar que nos dejen pasar. Improbable
  • c)       Dar la vuelta
  • d)      Ninguna de las anteriores

Votamos y la opción elegida es la c). Así que damos la vuelta y volvemos descorriendo lo corrido. Aunque siempre es más interesante volver por un camino diferente al de la ida, tampoco está mal. La vuelta en sentido contrario permite ver rincones que nos han pasado desapercibidos a la ida o los mismos sitios pero desde perspectivas diferentes.

Puente retorcido desde otra perspectiva y al fondo la Casa del Mar


Posdata al tramo 1:
Es posible que este paisaje cambie en breve. Están proyectando hacer un viaducto que atraviese todo la ensenada de la Malata para conectar el puerto interior (por el que hemos pasado) con el puerto exterior en Cariño (de esta zona hablaremos otro día). Un puerto (el exterior) que se construyó, en mi opinión, por el negocio que generaba para algunos la propia construcción del puerto y no pensando en el negocio pudiera generar el puerto en si una vez construido, destruyendo una zona preciosa de costa en el Cabo Prioriño y Cariño.

Transcurridos unos cuantos años desde que se finalizó su construcción y se inauguró, y unos cuanto cientos de millones de euros públicos gastados en la construcción del puerto y la vía rápida de acceso, sigue con una actividad tendiente a cero. Para completar la jugada constructora, ahora van a poner tren.







Tramo 2: Navidad – Ría arriba


Tras la “ligera” cena de Nochebuena, que mejor que salir a quemar unas pocas calorías y explorar al mismo tiempo.
Este tramo era la primera vez que lo hacíamos, por lo que tenía su parte de aventura. No teníamos la certeza de que al final del trayecto pudiéramos cruzar la ría para volver por el otro lado. Es posible que tuviéramos que regresar por donde habíamos venido, pero vamos a ver...

La ruta en wikiloc --> aqui



Tramo 2: 18 km.


Iniciamos el camino en el mismo punto del día de ayer, la Iglesia de la Angustias pero tiramos en sentido contrario por la Rúa Taxonera, primero de subida siguiendo de nuevo el muro, esta vez de Navantia, lo que era el antiguo astillero militar de Bazán. Hay otro astillero civil, por él pasaremos mas tarde, y es que de astilleros no va mal servida Ferrol; aunque ahora están pasando momentos complicados, cuando pasamos por allí las puertas de entrada y las verjas estaban repletas de monos de trabajo (buzos como los llaman aquí) que representaban a todos los trabajadores que habían despedido: 600 en ese momento.

Entrada al Astillero

Seguimos hasta el Cuartel de Dolores, base del tercio norte de la Infantería de Marina. Además de astilleros, si algo hay en toda la ría de Ferrol, es arquitectura castrense, ¡Ay, los Borbones!.
De ahí que entre los militares que venían a los cuartes y los trabajadores que venían a los astilleros, dicen que Ferrol era (o es)  la ciudad menos gallega de Galicia, aquí llegó gente de todas partes. Como decía Gonzalo Torrente Ballester (también ferrolano). “Un pequeño Nueva York”.

Cuartel de Dolores, como en Calatayud

Continuamos siguiendo la verja (aquí ya no es muro) que bordea el astillero, por donde asoman enormes grúas que recuerdan a los “gigantes” de D. Quijote. Es una calle con tráfico, pero la acera es ancha, en bajada  y se corre sin problema de espacio, salvo por alguna zona resbaladiza.

Gigantes ferrolanos

Siguiendo la calle salimos a la Avda. de Esteiro pero la dejamos enseguida cogiendo el carril bici que sigue por la derecha dirección Avenida del Mar, por el ancho paseo de Caranza. Este es un paseo bonito, arbolado, con carril peatonal y carril bici (aunque en algunos tramos las raíces de los árboles han sido más fuertes que el cemento y parece una pista de obstáculos).

Paseo de Caranza

Las vistas: a la izquierda vamos viendo los edificios cuadriculados de este barrio obrero y la derecha lo mas interesante: primero la ensenada de Caranza con sus barquitos esperando. Un poco más adelante la playa y las vistas a la otra orilla de la ría.

Peninsula de Caranza

Tras bordear esta especie de península que es el barrio de Caranza salimos a la carretera y enseguida llegamos al puente de Las Pias. Ese que un día se hizo famoso porque se estampó una plataforma petrolífera (en aquel momento la mayor del mundo con sus 254 m. de eslora, vamos, tan larga como dos campos y medio de fútbol) que se había escapado a la deriva del astillero de Astano (el otro astillero, el civil).

Puente Las Pias desde el aire

Cruzar este puente de unos dos kilómetros es un placer, lo mas parecido que he hecho a correr sobre el mar. Hay una acera en cada sentido protegida del tráfico y una especie de refugios donde se encuentra uno con pescadores que están echando el anzuelo desde el puente.
El viento siempre atiza fuerte, pero además de fuerte aquí es intenso, casi se respira la sal, olor a mar. Con mar fuerte las olas te pueden llegar a empapar.

Puente Las Pias desde dentro

Aprovechamos para hacernos con el móvil una de las pocas fotos propias que hay del recorrido en esa entrada del blog; y tras una mirada al horizonte, seguimos cruzando el puente, a pesar del viento.

 
Aquí estamos, que queda registro

 
Al llegar al otro lado del puente nos encontramos el otro astillero, Astano, del que se escapó el buque. Cuando pasas cerca, es curioso ver esparcidas por el suelo piezas de hierro tan grandes como casas de formas extrañas, como si fuera un museo. Imagino que luego montan todas las piezas del barco como si de un puzle se tratara.

Astilleros

Pasado Astano, toca hacer raqueta, como si fuéramos un coche, para en un giro de 270º pasar por debajo de la carretera y dirigirnos al paseo marítimo de San Valentín. Seguimos ría arriba.

Paseo de San Valetín con buen tiempo, o sea, otro día
 Este paseo, que bordea la ría es muy agradable. Tan temprano, hay poca gente, pero es fácil imaginárselo concurrido de abuelos, nietos, corredores, andadores, “biciadores”... Tras algo mas de un kilómetro el paseo se acaba, se puede continuar por una pasarela de madera unos cientos de metros mas y ¡Fin!. Desde aquí una vista atrás, a lo recorrido y llega la primera duda: ¿Damos la vuelta o subimos hasta el pueblo e intentamos ir por la carretera hasta el puente del tren a ver si se puede cruzar y volvemos por la otra orilla???


Mirada atrás 


Es evidente cual fue la respuesta, hay que explorar para descubrir.... así que... seguimos.
Subimos una cuesta y, tras hacer una parada técnica, llegamos a una calle por la que seguir el camino en la dirección deseada. Poco más adelante el asfalto se acaba y seguimos corriendo por un sendero en el campo paralelo a la vía del tren. La hierba lo disimula, pero es un barrizal, las zapatilla se hunden en el barro, se calan y el sonido marca el paso: chof, chof, chof…
Pasamos por la puerta del Pazo de la Merced, mansión del siglo XVIII ahora restaurada en hotel rural.

Pazo

Nos resistimos y no paramos a desayunar, seguimos por el camino paralelo al tren hasta la estación de Neda (pueblo famoso por su pan).

Estación del tren

Y aquí viene la segunda gran duda... Por el viaducto de la autopista no se pude cruzar a pie, eso está claro, pero ¿Y por la vía del tren? ¿Habrá espacio suficiente para que si viene el tren no nos tengamos que tirar al agua?.
Preguntamos a un paisano que anda por la estación y me dice que sí, que él “tiene ido” a pescar montones de veces y no hay peligro ninguno ¿no sabes?. No me daba mucha confianza pero, después de casi 10 km recorridos, decidimos confiar en el buen hombre y seguir por la vía...

La vía del tren que se adentra en la ría


Efectivamente, descubrimos que el paisano tenía razón, junto a la vía hay un camino de tierra que se transforma en pasarela paralela cuando el tramo de vía se hace puente. No va a ser necesario tirarnos al agua si viene el tren, ahora mojarnos, nos vamos a mojar... porque de repente empezó a jarrear como si fuera el diluvio universal...Aunque llega un momento que uno se acostumbra, y correr bajo la lluvia también tiene su encanto.

Corriendo bajo la lluvia y bajo las vías del tren

Llegamos al otro lado de la ría, mojados pero contentos. Ahora toca volver por el desconocido otro lado de la ría. ¿Por donde? No sabemos, pero algún camino habrá, que sea “corrible” eso ya es otra cosa.
Nada mas llegar a tierra subimos una cuesta bastante empinada y nos encontramos con el Monasterio de San Martín de Xubia o como dicen aquí “do Couto”, construido en el siglo XII, en plena edad media hace casi 1000 años, esto son construcciones y no las de ahora...

Monasterio Do Couto

Pasado el monasterio, seguimos subiendo y atravesamos la urbanización del Couto, llegamos a la autopista y no vemos otra alternativa que seguir por ella un tramo de aproximadamente un kilómetro hasta llegar al polígono industrial de La Gándara. Este tramo es el menos atractivo de recorrer y encima lloviendo, aunque las vistas a la Ría, ahora desde el otro lado, siguen siendo im-presionantes,  si acompañara el tiempo...

Pescadores al choco



Avanzamos por el polígono y llegamos a un paseo que sigue bordeando la ría hasta llegar de nuevo al inicio del puente de las Pias.

Puente de las Pias y Astillero después de dar la vuelta



A partir de aquí, terreno conocido de vuelta. Los cuatro últimos kilómetros, último tirón, incluso un poco mas rápido: Paseo de Caranza, Navantia y de nuevo estamos en el punto de origen, felices como perdices de haber encontrado la manera de dar la vuelta a la ría y haber disfrutado de dos horas de recorrido descubriendo rincones que no conocíamos o al menos no conocíamos desde esta perspectiva, y claro, llegar y parar de llover fue todo uno.






Posdata al tramo 2:

Diez kilómetros y medio un día, dieciocho el día siguiente,… y lo que nos echen…. Pan gallego, marisquito, ternera gallega, patata gallega, rape, freixós…. En fin, dieta gallega complementada con los tradicionales suplementos navideños. Como es imposible resistir la tentación de comer los manjares locales y ya se encarga mi suegra de que las cantidades sean adecuadas, ni poco ni mucho, el doble….


 ¡¡¡O corres o revientas!!!








Feliz navidad desde el mes de junio. Este año quiero ser el primero en felicitarte.


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